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macarrónico

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lunes, 22 de marzo de 2010

Ya estábamos demasiado lejos para volver.
Las gotas auguraban la tormenta
pero nos creíamos impermeables.
Gente pasaba a nuestro alrededor,
no los oímos hablar,
quizá eran mudos, no lo sé,
nuestra música estaba demasiado alta.

Los mocos se habían atascado en la garganta
aunque pensábamos que era solo una nube
que quizá en unos metros enmudecería.
Refugiadas en soportales de mentiras
nos cubríamos de nuestras propias puñaladas
que iban empapando mi sudadera y tu pelo.

Preferías siempre la libertad
de caminar sin mi paraguas.
Dejó de llover.
Tiraste los abrazos en el paragüero.
Hoy mientras se disecan
aprendí que después de la tormenta
viene el barro.

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